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Cuando pregunté a mi diosa:
¿Tú no estabas muerta?

Me respondió:
- ¿Morí? Es raro; porque no me olvido de ti.

Estás muerta, le insistí.
- Pero poeta,  no me olvido de ti.

Lo siento mi diosa, has muerto en mis brazos.
- Poeta; las diosas mueren eternas, mueren hermosas
y los poetas mueren soñando, mueren viviendo.

Mi diosa perfecta;
ayer
ya estabas más muerta.