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Cuando Borges me advierte a los veinte años
que la aplicación, la resignación y el azar;
son la columna vertebral de mi esperanza,
que las virtudes que le atribuyo a mi obra
están en la invención de razones para que mi obra sea admirable.
Y desde aquel día callo.
Me tirita el Ego.
Pero no paro de escribir.
¡A Kempis!
“ Ha muchos años que busco el yermo”
mi Amado Nervo.