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Cuando anhelo sexo con Frida Kalo
y me rebosa la ortopedia lujuriosa
en su columna vertebral o cremallera
en los pernos fríos de sus huesos blandos
adorados en el altar de fierro donde suspende mis deseos.

Haré girar el engranaje de sus claves
hasta morder el último racimo de sus uvas

Seré su último hombre dando cuerda a su reloj de besos
aceitando el maniquí que baila el vals
sobre el engranaje de esqueleto tibio y lugar de la desgracia
Y en sus pobladas cejas llorará la gota espesa
de nuestro ataúd deshecho