Cuando son miles las palabras que se dicen en el Texto
¿Quienes se atreven a elegir una para Dios?
Los arrogantes desdeñosos.
Quien se llama a sí mismo el elegido
asimismo me grita desde el vientre del discurso:
¡Soy el propietario de las voces!
¡Colector de baraúndas!
Escribiente de la tora y de la biblia.
Lamentablemente para ellos
soy el dueño de esta imprenta con sus cuentas
desde el éxodo hasta el canto de los folios.
Y a esos pastores que soñaron ser emperadores
les digo que pasen por el ojo de mi aguja.