Cuando el muro de los lamentos
se desgasta cada día con mentiras
y se erosiona entre fanáticos,
la devoción se desmenuza
y todos esos odios del infiel y del creyente
serán la arena venidera ya molida,
nada misma
repetida
sin rocas ni piedras que perduren
a pesar del penitente
y su perversa casta incauta.