Cuando la nieve es eterna en la montaña
mi sudor es lo etéreo en la mañana
y en los pliegues de mi mano.
Y no sé por qué yo las comparo:
la montaña,
con mi mano.
Cuando voy sobrevolando
son de igual tamaño,
las montañas
y la arruga de mi mano.
Las montañas están naranjas por la tarde
y en mis alas una a una numerando
Y en mi mano esta arruga
tan desnuda.