Cuando entre esos dientes de oro
atraviesa un viento clerical
agitando inmensas olas;
me parecen arrogantes
los que en ese viento se cobijan,
exterminados los hermosos
y osados los que navegan en sus gritos.
Serán lanzados,
desorbitados,
a la gran bandera desgarrada
de sus voces y sus actos
adorados, despreciados