227.- LA CHICA DE LA FACULTAD
















Cuando la conocí a ella,
tenía un bucle en el pelo
que más parecía un moño de vieja
y un poncho que estaba de moda
entre los insurgentes esos
y una blusa de cuello redondo
acorde a su bolso de lana de oveja
No era mi tipo; era de Trosky
Tenía los pechos grandes
y a mi me gustaban pequeños
como la mujer de los Beatles
y deportivas rubias, como la de Hitler








Cuando la conocí
yo ya tenía mi ángel porteño
con los senos justos,
de tamaños correctos.









Por alguna razón coincidimos
en el mismo pupitre de la universidad;
tracé mis líneas y ella las paralelas,
los dibujos de ella eran buenos,
pero los míos eran mejores
y dando razón a su práctica:
“me sirve; no me sirve”
me invitó al domicilio.






A su casa yo sólo alcanzaba con paracaida
donde me amaba y movían sus colas
un loro sin plumas y su perra mestiza
pero aquella vez entré con perfume cabrío,
con flores, con todo
pero  no tenía ni uno.
Su sonrisa  fue tan persistente
que dejé de sufrir de melancolía intermitente
Nos miramos a los ojos
y nos besamos documentadamente.
En aquel entonces sus ojos eran almendrados.
Cuando pasó del troskismo,
a la Meditación Trascendental,
del folklore andino, al Tarot,
de la moza virginal, a la señorial matrona
sus ojos ya estaban celestes.

Creo que me enamoré perdidamente de ella
y también de su perra,
por lo cual me hice de izquierda.
Y no me equivoqué.
Aquella chica de moño pasó al pelo suelto,
del corte francés, al rubio con visos,
del rojo con trenzas, al castaño con ondas,
de almendrados ojos, a ojos celestes
y de izquierda se pasó a derecha
a tal punto
que ya casi ni recuerdo como era la chica del bucle
o la chica del poncho
o la chica de rojo.







En consecuencia; era mi tipo.
y como era costumbre
la invité a mi casa, precisamente al balcón,
para repetir mis viejas prácticas:
“me quiere, no me quiere”,
Cuando nos despedimos en lo alto del cerro
mirando la luna en el mar
éramos los dos militantes, el uno del otro.
En lo alto,
en la escalera del cerro,
varias veces nos pasó rozando la muerte
y juntos
comenzamos las breves excursiones a los cementerios
por los comunes muertos
reuniones de padres
y sufridas expediciones a las maternidades
de eso, hace ya treinta años
lo recuerdo hoy,
en que estamos de aniversario.
Porque es 20 de Mayo.