Un poema disciplente, sin escrúpulos e insolente, para cada día de un año bisiesto. RUBEN CARCAMO BOURGADE
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De Nicolás a Nicolás.
No sé por qué crees tú
de que te odio yo.
Cuando crees tú
que el enemigo soy yo
eres tu enemigo tú.
No soy textualmente;
el mismo que tú crees
según dices.
Y sobre todo crees
literalmente
que soy esa amargura
que de mí
pervive en ti
habitualmente,
a pesar del olvido.
El cual es;
según tú crees
convencidamente,
amordazar
mi nombre
en todos estos años
repetidamente.
Me avergüenzo
de que me odies tú.
Te lo digo
sinceramente.
Y espero que sonrías tú
de ti
como me sonrío yo
de mí,
constantemente
de esta enemistad.
No estoy para héroe yo,
digo históricamente.
Ni para fantasma tú.
Por ti
los puros de corazón
oportunamente
fueron sacrificados,
y por mi
delatados
convenientemente.
En ese contexto
nuestro verso
es de un estilo perverso
casi demente
por la cual te propongo
que no me conozcas tú
como no te conozco yo.
Te lo propongo
hasta atrás Nicolás.