180

Cuando Zaratustra dice que las mujeres son pajarillos,
a lo sumo; vacas,
gatas,
sobre el tejado más caliente del pecho macho
cuando beso el redondo vientre y azul de estrías
aullando la noche de tu casa.
Perras,
sobre la constelación cantante de las aguas de Huidobro
Ruinas,
de los archivos municipales y sus meriendas
al fondo del pasillo abriendo de par en par
el par de senos pichonas
y sus lamidas mermeladas.
Trinos,
de aves que escuchan los fugitivos
sin que lo sepa ese marido,
ni los infidentes compañeros
o el poeta amante con capullos .
Gemidos,
del oficinista que olvida el oficio funerario
y olfatea el ejercicio del control reloj tardío remiso
y evidentemente:
Abrigo,
de los torneados muslos rubios míos
y del besito inolvidable
cuando se acaba la jornada
ovulando demasiado tarde
y a mi disposición tardía,
viuda mía,
perdida para siempre.
Ni por un pelo se equivoca,
Nietzche.