Cuando los naranjos ostiones de Tongoy,
son Patricia rubia y recatada
musculatura lisa tan bronceada
y frente al crepúsculo
como si fuera el vitreaux de mis plegarias
pasa con enfado entre luces de oro y bronce
su entrepierna
aburrida.
Me consumen otros templos al ocaso
con ambones que disparan sus vocablos pecadores
o gaviotas que en rasante vuelo
trazan al horizonte el desamor a picotazos.