La centolla al rojo vivo
es domingo
es un terno y su corbata
es piñón adobando un bacalao
y es la santa misa de mi abuela incrédula,
más divina que un cardumen de vírgenes e iglesias.
Troza calamares con capuchas tintas de oscuros frailes
y se presenta a paso firme en el mantel
seriamente espolvoreando perejil
con lechuga y mayonesa
bajo el sol del vino blanco destellando
hasta morir en brindis como quien saluda a su bandera.