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Cuando recuerdo a Irma Ciscutti
la rubia que era mi tía
con su vals en su piano,
su bata de holán
y su rubio de rulos en el plumón de su cama.
Irma, la dulce que era mi tía
era de café aromosa
era Diana, Minerva y Oriana
a la altura en que estaba su cama.
Yo estaba de niño
y ella era la hermosa
con su gato dormido.
Esa mujer de los dioses
con su lunar en su seno
y sus muslos de alcoba hasta llegar a la sala
me tocó respirante
al bajar de la cama.
Y bajo la bata de noche,
su bata de holán,
ella estaba de luna
estaba desnuda.
Y en el aire del templo
yo estaba de niño
como el gato dormido
sobre el felpudo de tigres;
hirviendo de leche.