51 MI TIO, Miguel

















Cuando Rubén Darío
en esa infausta foto moría de cirrosis
desentierro a  Miguel,
y su mirada penetrando
los caminos desnudos de mis ojos
que ni siquiera pudieron sostener esa partida.

Cuando todo en él
está poblado de cortinas taponadas en su vida
y en sus cabellos blondos
en sus disparos de entusiasta
sólo perduran los pliegues de la ira
los naufragios, cataclismos y derrumbes
de su inconsistente anatomía.

Cuando todo ello ocurre
en esa foto que lastima
Cabe tributar a la rutina diaria de su amable cortesía
un benévolo saludo a su derroche,
al desperdicio de su abrazo bondadoso
y la exuberancia generosa de su entrega
en los hijos asumidos por un día
en los amigos de los bares y cantinas
en las amantes opulentas que no olvidan en noviembre
dejar aquella flor tan misteriosa como ofrenda
a sus pasos torrenciales
que al fin y al cabo
es la herencia mínima todo de solitario.