Cuando a mis colegas arquitectos
les digo que sus metrópolis
son baratillos desechables
sus trazos son pura ranchería
sus espacios son infectos buches de palomas
en sus precarios barrancos de diseños
y su oratoria inconsistente
museo de mediocres ya sin sueños
me replican
vanamente con diplomas, entrevistas y peinados
y con voz engolletada:
Tú
cometes demasiadas faltas a la ortografía.